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Literatura Torcida

SANT JORDI 2010: MUERTE ABSOLUTA Y... ¡¡CELEBRITIES!!

Hola amigos! Bueno, menuda primavera, joder. La verdad es que desde la última actualización han ocurrido muchísimas cosas hasta ayer sábado (sí, lo escribí el día 24, hace mucho que demoro colgar esto) cuando, oficialmente, cerré mi campaña de Sant Jordi 2010.

 

            De todos modos, antes de seguir, una efeméride: Literatura Torcida ha cumplido ya su segundo año en activo! Si me lo dicen en marzo de 2008, cuando abrí este blog para ir diciendo todas las tonterías que se me pasaban por la cabeza y que no parecían del todo apropiadas para La Molineta, me habría reído. Pero lo que son las cosas: no solo ha aguantado el blog, sino que ha ido creciendo y transformándose, me ha permitido conocer a gente cojonuda (como el clan de las lobas, la buena de Antonia, e incluso algún que otro editor de bizarros gustos literarios, entre otros muchos) y, en definitiva, se ha convertido en parte de mis tareas regulares (aunque no os lo parezca), totalmente vinculado a mi trabajo como librero. En serio: no hay novedad que me llegue que no examine con ojo crítico para ver si vale la pena escribir sobre ella aquí. Y la cosa seguro que va a seguir a lo largo del año. Junto con otras sorpresas. En fin, ya veréis…

 

            Pero bueno, al lío: Sant Jordi. Para mí, este año la campaña ha comenzado con la presentación y firma de libros de Antonia J. Corrales:

Tirando la casa por la ventana, y sin reparar en gastos (sic), el editor me la envió con un lacito para que pudiera darme el gusto no solo de presentarla en la que hasta ahora era mi librería sino de darle, para que me la dedicara, la solapa de su anterior novela:

Solapa gracias a la cual nos conocimos, después de una desafortunada (o no tanto, vistos los resultados) crítica mía en este blog.

 

Y ésta fue la primera ¡¡¡CELEBRITY!!! que vi esta campaña. Pero vendrían más. Porque éste ha sido el año de las novatadas, la muerte absoluta y la invasión de CELEBRITIES alrededor mío.

Este Sant Jordi se me presentaba jodido, ya que hasta ahora siempre había organizado paradas en los alrededores… nunca en un sitio como Plaça Catalunya, auténtico centro neurálgico, junto a la Rambla, de nuestra querida Barcelona el día 23 de Abril.

Bueno, jodido fue. Resulta que al Samaranch no se le ocurrió otra que palmarla esta semana, siendo el oficio en la catedral de Barcelona y asistiendo toda la plana mayor el mismo día 22 de Abril. Resultado: que para empezar a descargar los palés de libros, las mesas y las carpas, tuvimos que sortear a docenas de guardias urbanos y mossos d’esquadra que nos miraban torvamente, con las manos remetidas en su chaqueta policial, pendientes (supongo) de si de una de las cajas sacábamos un bazooka con el que dispararle al rey o a algún otro insigne asistente. Aceleramos para evitar problemas, creándonos otro nosotros solos: con las prisas, no miramos la rotulación de los palés, de forma que descargamos tiras alternas de cajas de libros a lo largo de veinte jodidos metros. Es decir, en vez de dejar al principio lo que iba al principio, y al final lo que iba al final, lo dejamos todo mezclado. De modo que esa noche y la mañana siguiente fue habitual vernos formando una cadena humana, cantando canciones soul de plantación de algodón del Big Sur, pasándonos cajas de libros que luego volveríamos a empaquetar tal cual porque casi todos ellos eran EL SÍMBOLO PERDIDO. Que fue, junto con los Larsson y los Moccia, la gran CAGADA de este Sant Jordi.

A última hora del día 22 empezó a llover: lo tapamos todo con plástico de los chinos, nos despedimos del segurata argentino que se quedaría de guardia y nos encomendamos a los dioses para que no descargara un tormentón.

Descargó. Aún así, las carpas y los plásticos aguantaron bien y no hubo demasiadas bajas. A las seis y media ya estábamos rellenando los huecos que nos faltaban aún por cargar de títulos, y perfilando un poco el aspecto general de la parada. El perfilado duró más o menos hasta las nueve de la noche. Lo juro. Durante todo el día, por ejemplo, se me quedó una pilita de libros del Sardá colocada de canto encima de otro título, y cada vez que la veía pensaba “tengo que cogerla y ponerla como Dios manda en otro sitio”, pero nunca me daba tiempo a hacerlo, y al final volvió a la caja tal cual había salido.

Personalmente, debo decir que las paradas me parecen una mierda y un rollo. No sé el resto de los libreros que entréis por aquí, pero yo prefiero mil veces quedarme en la tienda. Allí te agobian igual, y no ves el cielo, es cierto, pero al menos tienes a mano ese fondo que tanto cuidas, y miles de alternativas diferentes para los clientes difíciles, e incluso puedes ejercer un poquito del viejo y delicioso ¡¡¡TERRORISMO LITERARIO!!!

En la parada, en cambio, lo único que puedes decir es: “aquí no lo tengo, posiblemente en la tienda…”

Fue la frase que más repetí a lo largo del día. “Posiblemente en la tienda lo tengan…”

Se supone que el aburrimiento de los pocos títulos que tienes lo compensas con las ¡¡¡CELEBRITIES!!! que firman a tu lado. Pero la verdad es que yo estaba al otro extremo de los veinte metros que me separaban de los escritores. Imagina esto: un reemplazo de cinco o seis autores cada hora, ininterrumpidamente salvo descanso para comer. Todos esos egos ahí reunidos, algunos de ellos jodidos porque nadie venía a firmar sus libros y en cambio hacían cola para que les firmara El Sevilla. (Claro que otros años fue peor. Me contaron que hace uno o dos años, los escritores de una parada compañera se putearon mogollón porque nadie venía a verlos mientras que Gerónimo Stilton se hinchaba a firmar. Y ojo, les entiendo: ha de ser muy frustrante currarte un libro y una pose de escritor valioso para que luego venga un sudoroso temporero de ETT enfundado en un traje de rata y te joda toda la gloria al grito de “qué día más extrarrático!!” Un escritor debería luchar contra sus propios demonios, no contra gordas ratas de gomaespuma.

En fin, me alejé de los escritores, e hice bien. Seguro que muchos eran bellísimas personas, pero yo tenía demasiado trabajo como para hacer el mariposa alrededor. Aún así, hubo divertidos momentos como cuando a mi espalda apareció de la nada Lucía Etxebarría, escoltada por un tipo con cara de mala hostia. Ella sonreía amigable, él gruñía y preguntaba dónde tenían que ir para firmar. Yo me escaqueé, haciendo tiempo mientras me preguntaba cómo decirle a ese hombre iracundo que Lucía ni siquiera firmaba con nosotros. Cuando volví con la frase pensada, habían desaparecido con el mismo sigilo con el que se habían materializado entre nosotros. No sé si finalmente llegaron al lugar donde habían programado unas firmas. Quizá mientras escribo esto aún andan por ahí, perdidos entre el gentío, buscando un stand en el que firmar libros.

 

Hubo más: Carod Rovira entre multitudes; Montilla, con su sonrisilla bobalicona, Judith Mascó por ahí… pero la verdadera celebridad fue el bueno de Pablo de Aguilar, flamante ganador del III Premio Wolkswagen-Qué Leer, compañero de mis tiempos murcianos, miembro de La Molineta y entre otras cosas, un cachondo de puta madre. No pude estar en su presentación porque estaba… a esa hora… calculo que lidiando con una mujer sorda que me chillaba desde encima de una mesa porque se había perdido la presentación de Isabel-Clara Simó y le había comprado seis (¡SEIS!) ejemplares de su libro Homes. Jamás conseguí hacerle entender que Isabel-Clara Simó tampoco firmaba con nosotros. Quizá firmaba en la misma carpa fantasma que Lucía Etxebarría!! Quién sabe.

En todo caso, fue un placer poder saludar a Pablo, aunque fuera tan de refilón. Por cierto, me regaló un ejemplar de su libro Los Pelícanos ven el Norte, y con el jaleo del día lo perdí. Ya lo daba por desaparecido, mezclado en alguna caja de Dan Browns, viajando hasta mi almacén, y de ahí al almacén de Planeta, y de ahí a… pero no, resulta que lo escondí yo mismo en el bolso de un compañero de la parada, bolso casi idéntico al mío. Lo cual me ha evitado la terrible vergüenza de tener que pedirle otro ejemplar a Pablo, por despistao.

En fin, fue un día completo, eso es cierto. No faltaron tampoco los clientes freaks o despistados con títulos enormemente divertidos, como por ejemplo “Las Once Pajas” (la chica confesó después haberse muerto de vergüenza al pedírnoslo y escuchar nuestras carcajadas, pero el libro existe. Y el caso es que no me parece un mal título en absoluto) o “Cojo y tonto” (¿¿¿???) del que aún no he conseguido averiguar nada. Salvo que debe ser muy triste ser cojo y, a la vez, tonto. ¿Verdad?

A última hora se nos puso a llover, jodiéndonos las últimas ventas del día. Desde las siete que nosotros ya íbamos cerrando cajas de los grandes bluffs del día. Por ejemplo, todos los best-seller, que ni por asomo vendieron lo que esperábamos. Claro que… ¿qué esperábamos? La paciencia de la gente tiene un límite, estamos en un misterioso mundo donde ya no hay un solo best-seller, sino una serie best-seller, lo cual es agotador y caro, demasiados Larsson, demasiados Moccia, todos con la misma portada, todo el rato lo mismo, joder, la gente empieza a necesitar un poco de aire. Incluso el nuevo Dan Brown ha sido más chusquero de lo que muchos suponíamos, calculo que por ser, una vez más, lo mismo de siempre. Yo sólo me he leído la última página y doy fe de que acaba como TODOS sus otros libros. En fin, bueno para los escritores, porque así las ventas se reparten entre muchos. Para nosotros, sencillamente son cajas y cajas de mierda que precintar de nuevo a última hora de la tarde. Pero para entonces había cuatro mexicanos haciendo bailes extraños con un cd de Michael Jackson ahí cerca, y ya se hacía más entretenido todo. Incluso los gritos de la gitana que vendía rosas al lado: ella era quien en realidad nos marcaba el ritmo de empaquetado. Contra más bajaban las rosas, menos rato de tortura quedaba.

Luego, el técnico cortó la corriente para empezar a desmontar la parada por el final. Pero no se le ocurrió que de esta forma desconectaba mis jodidas cajas registradoras, y yo tampoco estaba muy atento (y eso que era mi obligación) , y al final… bueno, en fin, ahí tengo dos cajas que en realidad no sé cuánto dinero han hecho porque la tira de papel pone 0,00 euros.

 

Un Sant Jordi diferente. Peor en muchos aspectos (peor venta, menos emoción, más tensión), mejor en otros (muchos amigos firmando y trayendo sus novelas) e igualmente agotador. Cuando bajé del coche al llegar a casa, apenas podía moverme.

Pero claro, cada año soy más viejo!

 

¿Qué ocurrirá el que viene? ¿Seguiremos aún aquí?

 

A cuidarse, amigos!

 

PD: He empezado El Libro Sin Nombre. Confieso que me parece tan mala que hasta he parado. Era demasiado grotesco. El otro día un visitante del blog se cabreó conmigo porque a él le parecía una mierda, y yo pensaba: “joer tronco, tampoco es pa ponerse así”, pero macho… ya no sé qué decirte. Me he acostumbrado, e incluso le he cogido el gusto a leer novelillas malas, pero ésta es un despropósito. Las primeras tres páginas parece que las haya escrito, como sugería el Visitante Enfadado, un crío de catorce años con soltura para escribir, machacado por la cerveza después de ver Desperado o El Mariachi o alguna de éstas. Qué jodido!! En fin, creo que volveré a ponerme con ella.

 

3 comentarios

Jana -

¡Qué crónica más chupi! Oye, me ha encantado, además... es que he visto las imágenes de todos esos momentos que describes, sobre todo el del caos, y eso que yo no estaba vendiendo nada, era una más que se quedó un par de veces atrapada entre la multitud sin poder ir ni "palante" ni "patras". Me habría gustado ir a verte. Por cierto, me encantó conocerte en la presentación de Antonia ;-) algún día pasaremos por tu tienda ¿Hay baño? Jajjajaa.
Un beso

soniamax -

Un gusto volver a encontrarte por aqui, espero que ningun futuro Sant Jordi vuelva ha tenerte tan ocupado.....abandonarnos asi ha sido imperdonable.
De todas maneras si montar paradas te parece estresante te invito a pasar un dia glorioso conmigo montando coches en cadena....por lo menos tengo un compañero que disfruta de tu blog como yo y compartimos tu ausencia. Besos.

felicita -

¡Me alegro de leerte de nuevo! Pensé que no habias sobrevivido al Sant Jordi2010.