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Literatura Torcida

El movimiento de los indignados: lo que está ocurriendo en nuestras plazas

Hola amigos. Permitidme hoy un texto un poco largo y off-topic.

 

Yo nunca he sido una persona “implicada”. Voté un par de veces al alcanzar la mayoría de edad, y luego lo dejé. Por cinismo primero, por dejadez después, luego por convicción.

Tampoco me he apuntado nunca a ninguna manifestación, cacerolada, sentada, ni polladas reivindicativas varias. Nunca le vi la utilidad al asunto, y mira que en mis años universitarios hubo carretadas de protestas: fueron los años de Bush y Aznar, de Iraq, del 11M… en la casa de la risa (la facultad de Historia) la fiesta nunca terminaba.

En fin, ha llovido un poco ya desde entonces, pero mi postura, si acaso, se ha radicalizado más aún en la no-participación.

Y sin embargo…

Sin embargo, ahora está ocurriendo algo que me ha atrapado de una forma que me sorprende. De repente, resulta que en el país había mogollón de gente que pensaba igual de yo, y no lo sabía. Ni yo ni nadie, porque en el bar todos nos quejamos, pero luego todo seguía más o menos igual.

 

No me enteré de toda esta movida hasta el día 17 por la noche. No tengo ni Facebook ni twitter (ni ganas por ahora, lo siento), y estos días he pasado bastante de leer la prensa, por aquello de ahorrarme esta última y vergonzante campaña electoral, y aunque trabajo muy cerca de Plaza Cataluña, en Barcelona, nunca paso por ahí y yo en la inopia.

Al final encontré la noticia, y la desdeñé como otra más. Pero a lo largo de todo el miércoles quedé atrapado por las ediciones digitales de todos los diarios, sonriente ante la que se estaba liando. ¿Era posible? ¿Un movimiento de gente que, por una vez, no se quejara del otro sino de todo el montaje? ¿Un levantamiento sin siglas convencionales? ¡Eso tenía que verlo con mis propios ojos!

Ayer por la tarde, al salir del trabajo, me acerqué por fin a Plaza Cataluña. Y, amigos, lo que ahí está ocurriendo me conquistó.

 

LO QUE HABÍA EN PLAZA CATALUÑA

Las entradas estaban señalizadas con enormes carteles con proclamas twitteras contra los políticos y la banca en general. Dibujaron rudimentarios mapas de la plaza donde te informaban de tu posición, de los diversos puntos simbólicos (Plaza Tahrir, Islandia, etc), las mesas informativas y las diferentes comisiones: la que gestiona la comida para los acampados, la de limpieza de la plaza (que está impoluta para toda la gente que hay ahí), la de contenidos… Y aquello estaba lleno de personas de la más diversa ascendencia y filiación política. Había estudiantes, empresarios, chavales, pensionistas, amas de casa, currantes, parados, familias con perros, niños jugando con las palomas… Aquí y allá se formaban grupos de discusión espontáneos, dando lugar a una imagen desconcertante: gente corriente intercambiando opiniones políticas. ¡Había dos abuelos cabreadísimos mascullando cosas sobre las pensiones! ¡Estaban rojos por el sol y la cólera! Unas mujeres de mediana edad discutían con unos estudiantes sobre la obligación de rebelarse ante un Estado injusto y sordo, un flipadillo con unas gafas de sol molonas hacía aspavientos y gritaba a favor de una democracia participativa de verdad, volviéndose loco ante los micrófonos de la prensa. Yo me encontré, sin saber por qué, hablando de democracia y de este movimiento con un perfecto desconocido, un chaval majísimo con una mochila roja. El ambiente era festivo y alegre, pacífico. Muy sano. En muchos puntos de la plaza se formaban corros de gente sentada en el suelo, tomando notas mientras cualquiera que pasara por ahí se apuntaba y decía la suya.

 

LA ASAMBLEA

Hacia las diez de la noche más o menos, tras la cacerolada, empezó la Asamblea. La verdad es que fue impresionante ver a miles de personas sentándose en silencio en el suelo atendiendo a los moderadores. Establecieron un sencillo y práctico sistema de símbolos para expresar la opinión ante los oradores: un gesto de aprobación y aplaudo, uno de rechazo, y otro para indicarle al speaker en cuestión, al que se le daba un tiempo limitado, que se estaba repitiendo.

Me daba mucho miedo esa asamblea, porque ahí se había juntado de todo, lo cual implica que se escucharían muchas opiniones inteligentes, otras más emocionales, y también mucha mierda demagógica y simplista.

Pero debo decir que lo que yo vi hasta las once y media más o menos, hora a la que me fui, fue de lo más lúcido. La gente se comportó, en general, con muchísimo civismo y respeto. Hubo algún momento de tensión (a una mujer que mentó a los sindicatos un grupo se la comía, pero entre todos controlaron bien todo el asunto) pero en general esas miles de personas pudieron expresar opiniones (con palabras o con gestos) de forma ordenada. Tú ibas ahí, pedías tanda, soltabas lo tuyo y la gente aplaudía en silencio o mostraba su desacuerdo.

 

LOS MITOS

Y esto enlaza directamente con los mitos que se están escuchando respecto a este movimiento al que se ha llamado, entre otros nombres, “de los indignados”.

Por ejemplo, un nauseabundo artículo de La Razón sugería que un oscuro complot de extrema izquierda violenta está adueñándose secretamente de esta iniciativa ciudadana sin que lo sepamos. Bueno, ciñéndome a lo que vi allí, tengo que decir que es mentira. Durante la asamblea, subió a hablar un vejete enjuto y saleroso, y empezó a decir que los del PP estaban jodidos y que el PSOE iba a ganar de nuevo porque éramos muchos (¿?), y la reacción MASIVA de la gente fue el rechazo e incluso algunos “uhhh”. Allí nadie va a hablar de un partido o de otro. Salió un pobre hombre a explicar que existía un partido minoritario que dejaba el escaño en blanco y el sueldo lo donaban a ONGs o no sé qué, pero ni siquiera pudo terminar: a la que dijo “hay un partido” todos se pusieron en contra e incluso la moderadora le recordó que ahí no hacían mítines ni campaña de nada ni nadie. Es decir, todos los que tengáis miedo de que haya un grupo político promoviendo todo esto, pues no es necesario temer, no ocurre nada de eso. Claro que habrá grupos que se adhieran, pero lo que la gente quiere no es política convencional. A mí me encantó eso, temía decepcionarme: esto es un movimiento esencialmente nuevo, y la política convencional ensuciaría la esencia.

Otro mito es el de la violencia subversiva. Escuché un repugnante editorial del incombustible César Vidal donde decía no sólo que la extrema izquierda estaba detrás, sino que tenían formación militar en guerrilla urbana, formación que nos ha dado… ETA!!!

Claro que sí, amigos!!! Yo acabo de volver de un máster en Kale Borroka con créditos prácticos en cócktel Molotov!!!

 

Hay que estar loco para decir una cosa así. Lo que me preocupa es que un sector de la población reticente y desinformado se lo crea. Si esa es tu situación, por favor, ve a alguna de esas plazas y observa con tus propios ojos. Allí encontrarás un ambiente limpio y esperanzador, tranquilo, la policía ni se ve, aunque es evidente que están y que deben estar. Y lo más importante: es un lugar donde un no votante o un votante de cualquier partido (lo cual incluye PP y PSOE) puede reunirse para expresar su descontento general.

 

PROCLAMAS Y PROPUESTAS

¿A dónde va esto? Tenía mucho interés en oír qué se decía en la Asamblea y ver la reacción de la gente. Temía una andanada de encendidas proclamas. Las proclamas están muy bien puntualmente para caldear los ánimos, para incitarnos, pero el discurso no puede centrarse en ellas porque entonces perderemos el impulso: esto no es una manifestación contra un partido o un problema puntual (cierta reforma, o cierta tasa de paro), sino un movimiento complejo y concreto contra una forma compleja y concreta de hacer política. Si nos quedamos en las proclamas, esto morirá el domingo.

Pero no, las proclamas se espaciaron de forma elegante y natural, y entre ellas hubieron varias voces interesantes que reclamaron justo eso: concreción de objetivos. Perdurabilidad. Organización y redacción. Y todo el mundo estaba a favor de eso. Las manos alzadas fueron millares.

Y eso, compañeros, me parece una reacción natural y madura. Hemos conseguido atraer su atención. Ahora… ¿qué es lo que queremos decir?

 

Y en ello andan, o andamos. Pensando en todo lo que podríamos conseguir.

 

Yo no sé en qué acabará esto. Pero tengo una mínima esperanza: que de todo este sarao salga un fruto, dentro de un mes, o de un año, o de diez, da igual. Lo importante, lo fascinante, es que los ciudadanos españoles hemos demostrado por fin que sabemos ponernos de acuerdo en algo, que hay vida más allá de la obsoleta esquematización de izquierdas y derechas. Ese ya no es nuestro mundo.

 

Esta semana, los españoles hemos descubierto nuestra fuerza común.

Y eso es lo más hermoso que he visto en este país en muchísimo tiempo.

 

Personalmente, pienso ir hoy, pienso ir mañana, y pienso ir el domingo. Me da igual, como a casi todos, lo que diga la Junta Electoral. Sólo quiero salir a pasear junto a otras personas y hablar de la vida y de nuestra realidad. A preguntarnos qué ocurre con nosotros, con nuestro sistema político, con nuestro país, que es nuestro, no suyo.

 

La Junta Electoral ha hecho el ridículo prohibiendo una concentración esencialmente justa.

 

Si lo piensas bien, este fin de semana podemos vivir una de las más hermosas y auténticas jornadas de reflexión de la historia de nuestra democracia.

Perdonad esta digresión, pero es que yo hacía tiempo que no me sentía tan vivo.

 

Sólo por eso, ya me vale la pena el movimiento.

 

A cuidarse, amigos, un abrazo a todos.

 

 

La Mejor Trilogía Mala del siglo XXI

Hola amigos.
 
Hace tiempo os hablé de una joyita que había llegado a mi librería, una propuesta osada y desconcertante conocida como El Libro Sin Nombre, que simboliza a la perfección la esquizofrenia de mi querida editorial Ediciones B.
 
Reconozco que soy fan de Ediciones B. Los que normalmente os pasáis por el blog ya lo sabéis. Tienen algo que los hace irresistibles para mí, no sabría decirte qué. Quizá son las vicisitudes que han ido pasando a lo largo de estos últimos años en los que perdían editores y autores de renombre al mismo ritmo que pierde dinero y derechos un español medio. Quizá sean esas novelas históricas a la desesperada, de títulos aleatorios y con portadas de valerosos soldados repartiendo espadazos a diestro y siniestro, portadas con inquietantes filtros de tonos mostaza, como dándole a todo el conjunto un aire más épico... O quizá es su proverbial gafe. Como esto de los librinos, que ha tenido su gracia. Para los que no sepan de qué va el asunto: los "Librinos" son una especie de concepto nuevo y revolucionario que se han inventado los fumetas del norte de Europa. Consiste en editar un libro de bolsillo en letra minúscula, impresa en papel de fumar, que se lee en horizontal. Me refiero a que coges el libro de canto. Supongo que la idea original era que, conforme leías cada página, las fueras arrancando y usándolas para liarte porros con los que olvidarte de todo el asunto. El caso es que esto les ha parecido la bomba a los lectores europeos, y aquí somos muy europeos y no queremos quedarnos atrás, y rápidamente salió el bombazo: en España también disfrutaríamos de los Librinos, y nos los traería... EDICIONES B!!!
Y eso está muy bien.
Sobretodo porque hablamos de una editorial especialista en liquidar colecciones económicas y pequeñas (caso de la añorada Byblos) y sustituirlas por otras más caras, más feas, y gigantescas. Un pasito adelante, un pasito atrás, un pasito adelante, un pasito a...
En todos los foros se palpaba la expectativa. ¡Llegan los Librinos! Los libreros comentábamos: ¿Sabes que se lo han quedado los de Ediciones B? ¡Hostia! ¡Lo mismo sobreviven también al 2011! Pero llegaron los librimos, y vimos con desilusión cómo la elección del fondo era, de nuevo, una cagada. Los del Posteguillo tienen un pase porque se venden bien, y el Barrero también, pero por favor... El Círculo Mágico, de Katherine Neville??? ¡El Psicoanalista, de Katzenbach!
 
-¡Nooooo! - grité yo al ver, de nuevo, esos ojos psicóticos mirándome desde la portada de El Psicoanalista, novela con más años que Matusalén y de la que deben existir ya como sesenta ediciones diferentes (y que, por cierto, aún no he leído. Vergüenza debería darme).
 
En fin, todo el mundo dice que los librinos se venden bien, pero en mi caso particular han sido una chufa. No los he vendido más que cualquiera de las miles de campañas diferentes de bolsillo que me llegan cada dos o tres meses de todas las editoriales, todas ellas siempre repitiendo los mismos títulos estrella y sin traernos nada nuevo de verdad.
 
El caso es que en medio de la tristeza de esta crisis general y sectorial, Ediciones B nos trae, como siempre, un rayo de esperanza, alegría y desparpajo. Y lo hace con la trilogía de ¡¡¡KID BOURBON!!!!
 
Mi concepción de esta obra ha cambiado mucho desde que me acerqué a ella infructuosamente cuando salió el primer volumen.
Para empezar, yo no tenía ni idea de que iba a ser una trilogía. Simplemente parecía una mala novela más, con un argumento absurdo, una contraportada acojonante (y descojonante), un protagonista llamado KID BOURBON, y una campaña de márketing basada en regalar alcohol a los libreros. Imagino que para forzarnos a colocar pilas y pilas del libro en la mesa de novedades en una vorágine de ebriedad.
 
Un día, estaba yo colocando una reposición de fondo, tan tranquilo, cuando llegó un tío y me pidió la segunda parte de El Libro Sin Nombre. Yo al principio no até cabos, pero pasados unos segundos se hizo la luz. Abrí unos ojos como platos.
 
-Pero... ¿han sacado una segunda parte? - pregunté, confundido.
-Pues claro - respondió el cliente, convencido - si es una trilogía...
 
Aquello me hizo replantearme las cosas. Malas novelas las hay a patadas, qué os voy a explicar que no sepáis ya. Pero hasta en eso hay clases. Existen malas novelas que no dan risa ninguna, mierdas que se toman en serio a sí mismas provocando el rechazo y el aburrimiento del lector. Y luego están aquellas tan despreocupadas, descontroladas e insolentes que no puedes sino levantarte y aplaudir. La trilogía de Kid Bourbon no sólo pertenece a este segundo grupo, sino que me atrevería a decir que lo encabeza con ocho horas de ventaja. Leerse esta trilogía es el equivalente literario de ver la película Venganza (con Liam Neeson) una noche de borrachera. ¿Sabes a qué peli me refiero? Es una en la que el argumento es una excusa para filmar a Liam Neeson repartiendo hostias por toda Europa. ¡Aquello es una orgía de destrucción! Taxistas apalizados, mujeres inocentes a las que les dispara en las piernas para hacer hablar a los maridos, ucranianos tiroteados con total impunidad, jeques explotando, un festival de sangre y diversión absurda que como película no vale un carajo pero con la que te ríes hasta decir basta, de lo drogado que estaba el guionista cuando la parió.
La Trilogía Sin Nombre es algo parecido. Y diré más: la Trilogía Sin Nombre es LA MEJOR-PEOR TRILOGÍA del planeta. El anónimo autor, que firmó el contrato editorial como KID BOURBON (jamás me cansaré de repetir ese nombre) ha escrito todo lo que le ha salido de los cojones, mezclando los temas más diversos del mundo en un huracán de sangre, disparos, insultos, mexicanos y alcohol.
La primera entrega, El Libro Sin Nombre, explicaba la historia... pues de eso, de un libro sin nombre ni autor. Era un libro maldito, todo el que lo leía se moría al momento (a lo mejor porque aparecía Liam Neeson por detrás para pegarte un tiro en la nuca), aunque sin nombre ni autor, no sé cómo coño conseguían venderlo los libreros que lo tuvieran de fondo.
Empecé a leerla y tuve que dejarla. Estaba demasiado pasada. El principio parecía un guión novelizado de Desperado, no muy bien escrito, y aunque me divierte mucho leer novelas chungas, tampoco es que me sobre el tiempo para perderlo con cualquier gilipollez que encuentre. Un lector del blog me amenazó con darme patadas en la boca por recomendarla (a lo mejor era Liam Neeson) y yo desistí.
Entonces descubrí El Ojo de la Luna, cuya sinopsis me veo obligado a transcribir aquí, porque es igual de buena que la primera:
 
"Querido lector,
 
Tienes en tus manos El Ojo de la Luna. ¿Estás seguro de lo que haces? ¡Muchas almas han perecido en el camino!
Tras dieciocho años de asesinatos (y una exagerada cantidad de whisky), es hora de que Kid Bourbon deje de matar. Pero Peto, el monje de Hubal, ahora en posesión del Ojo de la Luna, regresa a Santa Mondega en busca del asesino encapuchado... y no está solo.
Se acerca la noche de Halloween. Héroes tan dispares como Dante y Kacy se ven una vez más envueltos en una violenta espiral de maldad... junto con pandillas de vampiros y algún hombre lobo. Los acompañarán Sánchez, el camarero entrometido, Jessica, el ángel de la muerte, un Lord Oscuro recién llegado... ¡Prepárate para un nuevo baño de sangre!"
 
Y añade...
 
"Esta sangrienta pero estupenda secuela continúa con el mismo humor negro, la escalofriante historia de matanzas, caos y mentes desquiciadas"
 
¡No hace falta que lo jures! ¡Es evidente que el autor está desquiciado!
 
Abriendo el libro por páginas al azar encuentras maravillas como una vampira en coma al que un idiota le quiere meter la polla en la boca después de haberle chupado algo de sangre (aunque ella abre los ojos y le amenaza con arrancársela de un bocado estilo Lorena Bobbit); un chiflado alemán que casi siempre habla en mayúsculas y dices cosas como "¡NO HAY NINGÚN MALDITO TRRRATO! ¡LAS SOMBRRAS PERRMANECEMOS JUNTAS!" (que, si te paras a pensarlo, eso ni siquiera es acento alemán, es más tirando a ruso, los alemanes no usan errrrrrres fuertes, que yo sepa); o la tortura que Kid Bourbon le aplica a un vampiro: párpados, uñas, labios, y no sé cuántas perrerías más en exactamente cinco minutos y veinticinco segundos.
 
Sí, ya sé que con una descripción así nadie se va a acercar al libro. No os culpo. Una cosa es ver una peli idiota de tiros, que no te implica más que hora y media sentado comiendo palomitas, y otra invertir 20 euros en un libro idiota de tiros con el que te tirarás entre dos días y dos semanas dependiendo de tu tiempo libre y tu velocidad de lectura.
Pero leerse esta trilogía casi obedece a impulso antropológico. ¿Qué nos está ocurriendo para que aparezcan libros como éste? ¿Qué significa? ¿Qué le está pasando al ser humano en esta fase de la historia?
 
Pensad que el remate final llega con el tercer volumen. Éste fue el que me conquistó sin remedio. Se llama El Cementerio del Diablo y eleva la trama a su máxima expresión: aparte de los ya consabidos personajes principales y secundarios (psicópatas, monjes, vampiros, lobos, putas) aparecen toneladas de zombies (veeeeenga mezclas!) y como telón de fondo, un concurso televisivo de cantantes en el que imitan a los grandes iconos: Elvis, Judy Garland...
Entre medio, más disparos, más alcohol, más sangre, más moscas.
Más KID BOURBON.
La demencia del autor alcanza aquí su máxima expresión. Supongo que una vez inmerso en el libro todo cobra sentido en su contexto, pero abrir una página al azar y encontrar un diálogo así, acojona:
 
"-Me importa una mierda. ¿Qué, has terminado?
-He terminado.
-¿Así que están todos muertos? ¿Ya?
-No
-¿No? ¿Quién falta?
-Dorothy
-¿Quién coño es Dorothy?
-Judy Garland
-¿Qué ha ocurrido? ¿Se te ha escapado?
-No
-¿Entonces?
-No mato Dorothys.
-Y una mierda. Tú matas cualquier cosa.
-Dorothys, no.
[...]
-A ver si lo he entendido bien, tú matas todo y a todos, con independiencia de la edad, la raza o el sexo, pero cuando se trata de la Dorothy de El Mago de Oz, ¿de repente te remuerde la conciencia?
-Así es, más o menos"
 
¡Joder! ¡Eso SÍ es un personaje polifacético, con su trasfondo y sus tres dimensiones!
 
También encontré una escena increíble en que un matón que va en una autocaravana se encuentra pegando tiros en medio de una marea de zombies. El va reventando bichos, pero ellos le rodean... sin embargo, en vez de comérselo a bocados, lo que hacen es mangarle las llaves de la caravana para, acto seguido, chorizársela y largarse por el desierto escuchando los cd's de Tom Jones que el asesino tenía en la guantera!!!! ¿Qué sentido tiene una novela en la que unos zombies putrefactos corren a toda velocidad por el desierto en una autocaravana al ritmo de She's a Lady?
Como dijo aquel, "hay en el cielo y en la tierra más cosas de las que pueda soñar tu filosofía", y es cierto, sí. Ni veinte filosofías juntas podrían haber soñado con Kid Bourbon, Santa Mondega, y toda la acción y los hectolitros de sangre que recorren cada una de sus páginas.
En fin, no te voy a recomendar ni que la leas ni que la dejes de leer. Depende de tu estomago y del humor que lleves. En todo caso, seguro que no te dejará indiferente.
A cuidarse amigos!

La ley Sinde - Un artículo para la reflexión

Hola amigos. Voy de culo, como siempre, (y como todos), y la verdad es que no actualizo el blog tanto como debería. Mea culpa. Pero ocurren cosas estupefacientes en este mundo, así que mientras preparo la próxima entrada (donde abordaremos la increíble trilogía de Kid Bourbon, que empezó con la ya mentada El Libro Sin Nombre y que me he visto obligado a retomar pese a mi reticencia inicial) os dejo aquí un enlace que posiblemente muchos ya conozcais pero que me ha llamado la atención.

Trata sobre la famosa y terrorífica Ley Sinde, de la que todos hemos oído hablar y que muchos critican o defienden sin mucho conocimiento de causa. El artículo me interesa especialmente no sólo porque (a mi entender) pone el dedo en la llaga, sino porque su autor es escritor, Juan Gómez-Jurado. Escritor conocido, como veis. Vamos, que el tema le puede tocar de cerca.

En esto de la piratería, las descargas ilegales, y demás zarandajas, parece que todo gire entorno al cine y la música, pero que el mercado del libro está cambiando de forma paralela es una realidad. Que nos gustará más o menos, pero que nos afecta a todos los que vivimos del ramo, seamos libreros, seamos escritores... o editores, o distribuidores, o...

En fin, que aquí tenéis el enlace. Se puede decir más alto, o incluso a hostias, pero más claro... difícil.

A cuidarse, amigos. Nos vemos pronto con... KID BOURBON!!!

Grandes Excusas de Escritores (I)

 

Hola amigos! Ando en plena "promo" del libro de los cojones, así que el otro día nos hicieron una entrevista a mi editor y a mí en Radio Sant Vicenç. Estuvo la mar de bien porque Rafa y Bienve son majísimos, y había para picar unos cupcakes de morirse. Nos reímos con ganas, con Joan Eloi aprendí muchísimo sobre el funcionamiento y pensamiento editorial, y además se me ocurrió una chorrada para hacer de entradilla para el blog.

Me preguntaban por Jack London y su habilidad para el plagio. El tío, la verdad es que era un máquina, cuando encontraba en la prensa algún relato interesante, sus autores podían darse por jodidos. Pero lo mejor de él no era su desvergüenza al chorizar, sino su elegancia al escaquearse. Reconoceréis que decir "sólo me inspiré" para, acto seguido, enviarle una carta al autor del original felicitándolo por el escrito, es para cagarse.

 

Lo bueno es que Jack London no es el único.

 

Que los escritores son gente con mucho morro, eso no lo puede negar nadie. Pero también son gente con mucha inventiva, y eso da pie a situaciones delirantes cuando les pillan en un renuncio. No hace falta ni mencionar a Quevedo, ese genio y primer espada del arte de dar por culo, del que todos recordamos sus burlas a Góngora pero que empezó, también él, plagiándole.

¿Y dónde están sus sucesores?, me preguntaba. Y enseguida se me vinieron un par de casos a la cabeza, y alguno más encontré por ahí indagando en el google (si buscáis "malos escritores" salen varias páginas divertidísimas). Excusas cojonudas que glosará la crítica literaria del siglo XXII, en alguna nueva oleada de fervor por lo cutre como la que vivimos ahora.

 

EL HOMBRE QUE CONTABA ANÉCDOTAS LITERATURIZADAS

 

La primera que se me vino a la cabeza ni siquiera tenía nada que ver con un plagio, pero ha sido el caso más sonado del año, era inevitable. Me refiero, por supuesto, al circense espectáculo que se ha montado con el alegre y díscolo Sánchez Dragó. No diré nada al respecto porque el tema es delicado, pero sí me gustaría resaltar la actuación estelar del autor. En primer lugar, por meterse solito en este marrón. Que lo mismo era buscado (todos los implicados se han hecho los dolidos, aunque vete a saber) pero que ha salpicado la hostia. Y en segundo lugar por la sobria respuesta de Sánchez Dragó a las acusaciones. En las que viene a decir, primero, que aquello de las lolitas ya lo había contado antes (lo cual parece que es cierto) y nadie le había dicho nunca nada, y que en realidad no es tal como lo cuenta, sino que estaba "literaturizado". Y a mí me parece cojonudo, amigos, porque eso puedes entenderlo como te venga en gana. ¿Qué coño significa "literaturizado"? Según la RAE "literaturizar" consiste en conferir carácter literario a algo o a alguien. Es decir, que como definición, no nos sirve para una mierda. ¡Así que tendremos que descubrirlo nosotros!

 

  1. Puede significar que en realidad lo hizo y que ahora lo ha puesto por escrito en un libro. La literatura autobiográfica no es menos literatura, y además tiene el plus cómico de que si ésta es la acepción correcta, la excusa del autor podríamos traducirla como "no lo hice, pero en realidad sí lo hice, cómo se te queda el cuerpo".

  2. También puede significar que en realidad no hizo nada y que sólo ha adornado una historieta. Lo cual sería más cutre, porque entonces no estamos leyendo más que los sueños de un viejete verde como el que todos los hombres llevamos dentro. Esta otra acepción también tiene un añadido humorístico: si éste pensamiento en concreto está ficcionado... ¿pueden estarlo los demás? Se supone que la gracia del libro está en Sánchez Dragó y Boadella soltando lo que se viene llamando "verdades como puños", expresión que ya da asco de tan utilizada. Pero si no son opiniones y experiencias auténticas sino literaturizadas, ¿en qué coño queda el libro? Ni puta idea, pero oye, seguro que hasta sale alguno diciendo que es un ejercicio extremo de metaficción.

 

En fin, un glorioso ejemplo de cómo un escritor puede salirse por la tangente y quedarse con todos nosotros con alegría. ¡Viva la literatura!

 

¿Y ESTE TÍO QUIÉN ES?

En una de las páginas que antes citamos hay varios casos o supuestos casos de plagio. Uno de los que más me han llamado la atención es el de Lucía Etxebarría. Hay mucha leyenda negra sobre esta escritora, y según cuentan algunos, justificada, pero en rigor debo decir que no tengo ni puñetera idea de cómo es ella en realidad. Mi único contacto se reduce al pasado Sant Jordi, cuando se materializó en mi parada de libros como por arte de magia. Pero sonreía amigablemente antes de desaparecer, así que debería decir que es una tía majísima. Bueno, da igual. De un modo u otro, ha sido acusada varias veces de plagio. Sus salidas, por lo general son Londonianas, es decir, ella a veces encuentra material interesante y lo recicla y convierte en un producto de intertextualidad literaria. Estos palabros molan la hostia, te quedas con cara de tonto cuando los escuchas. Y hasta cuando los escribes. El caso es que cuando (¿Interviú? Creo que sí) la acusó de plagio, ella les demandó argumentando que gente más dotada (su editora, escritores amigos, etc) lo había visto bien, y que quién era ese mierda de periodista que osaba cuestionar la sensibilidad artística de esas personas. ¡Con dos cojones! Sólo faltaba ahí un sicario que le escupiera en el ojo al desgraciado. Y es que ya lo decía Tolkien: hoy en día sólo hay hombres menores, y de la vieja raza de los reyes, de esos Hombres Mayores, más sabios y mejores, quedan poquísimos.

Coñas aparte, yo no sé qué pensar sobre este asunto. Mira a Houllebecq: le pillaron copiando trozos de la Wikipedia, él lo admitió elegantemente, asumiéndolo como parte de su trabajo creativo, y ahora le han dado el Goncourt. A lo mejor sí que es verdad que en esto de la literatura sólo pueden hablar los entendidos. ¡Quién sabe!

 

NO, LA CULPA ES DE MI CUÑADO

Pero sin duda, la más divertida (a la par que estúpida) excusa literaria de la última década se la debemos a la superlativa Ana Rosa Quintana.

Para el que no recuerde bien cómo fue la cosa, a esta mujer se le ocurrió escribir un libro llamado "Sabor a hiel". El tema por lo visto era como muy escabroso, con el problema del maltrato de fondo. Pero entonces, ¡ah! Alguien se dio cuenta de que varios párrafos eran literalmente copiados de Danielle Steele. ¡Toma ya! Ojo, a mí me parece bien. Si vas a plagiar, al menos plagia a alguien con calidad o gancho literario, ¿no? ¿Pa qué vas a plagiar a un torpe? La contrapartida es que es fácil que te pillen rápido, claro. Así fue, y enseguida aparecieron más fragmentos copiados: de Colleen McCullough, de Ángeles Mastretta... Los medios se le tiraron a la yugular, tú dirás, Planeta retiró el libro, y al final ella se destapó con unas impresionantes declaraciones, en las que básicamente escurrió el bulto y le echó la culpa a su ex-cuñado. ¡Viva la familia política! AR sazonó sus ya de por sí jugosas palabras con otras revelaciones sobre el proceso de creación artística, esto es, que como era su primera novela y la cosa resultaba larga y cansada, ese cuñado la ayudó a escribirla, aunque la idea original era suya. Vamos, que le dio el libro al muchacho para que hiciera cuatro retoques. Pero el muchacho lo que quería era irse a tomar unas cañas, así que cortó unos párrafos aquí y allá, los coló en medio de la novela, y ala, a tomar por culo. Menudo marronazo le dejó a su cuñada.

 

La soberbia declaración de AR echándole la mierda a su cuñado es un ejemplo de manual de cómo dinamitar tu carrera literaria sin posibilidad de salvación. No sólo admitió que es cierto lo de los fragmentos robados (¡PLAGIO!) sino que acusó de ello a un colaborador desinteresado (¡TRAICIÓN!) que al parecer le escribía partes del libro (¡NEGRERISMO!). En algunos medios incluso se hizo cachondeo con la posibilidad de que AR ni siquiera le echara un ojo a las galeradas definitivas, pero yo ya no hurgaría tanto. A fin de cuentas, ¿por qué iba ella a reconocer un párrafo escrito por Danielle Steele? ¡Si a lo mejor no la ha leído en su vida!

 

Moraleja: si vas a escribir un libro, mejor que lo hagas tú solo.

Ya hemos visto que, amparándose en galimatías incomprensibles sobre la creación literaria, un escritor con jeta y oficio puede sobrevivir a cualquier acusación desagradable.

Pero como ni siquiera sepas qué coño pone en ese libro que se supone que has escrito... bueno, entonces estás jodido.

 

A cuidarse, amigos!

 

22N - Mi libro a la venta!!

¡Hola amigos! Bueno, pues ya está aquí. Desde hace más de medio año ando trabajando en un libro. Un libro que, en realidad, ha nacido de este blog. Lo cual me desconcierta y divierte a partes iguales.

Este blog es, en líneas generales, mi refugio. Como cualquiera, yo me levanto todos los días, desayuno, bostezo, cojo el coche y me voy al trabajo. Allí obedezco órdenes, paso el día y miro libros. Atiendo a los clientes lo mejor que puedo y, de vez en cuando, si me siento malévolo o el día ha sido una mierda, intento hacer un poquito de Terrorismo Literario. Leo contraportadas, engullo algún fragmento, busco información sobre los autores, y me entretengo haciendo fotomontajes absurdos con los que decorar el mostrador. Porque siempre se vende mejor literatura cuando la demente mirada de J D Salinger te observa amenazante desde el cajón al lado del ordenador:

Son divertimentos idiotas para aderezar el día a día de la atención al cliente, que llega a quemar y a matar tu ilusión por el trabajo. Y Literatura Torcida es otro de esos divertimentos. Aquí tengo vía libre para hacer el burro y decir todas las chorradas que se me pasan por la cabeza. Los típicos comentarios que no puedo hacerle a un cliente, las bromas que los Grandes Jefes no apreciarían, y el cachondeo generalizado que, asumámoslo, no está del todo bien visto en según qué ambientes.

 

El literario, por ejemplo.

 

La literatura es muy extrema. Genera reacciones viscerales. Cuando nos gusta un autor, suele tocarnos los cojones que alguien se meta con él. Eso explica las explosiones en foros y tertulias, lunáticos aullando en defensa de Dan Brown, o peor aún, tostonazos andantes con mil argumentos literariopedantescos en su contra. Como si Dan Brown necesitara que le defendieran, o como si no le importara una mierda lo que digan sus detractores.

El ambientillo literario, por otro lado, suele resultar un muermo. No hay más que ver los pocos programas sobre libros que dan por la tele: escenografía sombría, música ambiental indefinida y supuestamente “elegante”… Es el equivalente a pedir traje y corbata para entrar en una sala de fiestas, donde al fin y al cabo, a lo que vas es a emborracharte. ¿Para qué coño quieres el traje entonces? ¿Para llevarlo a la tintorería después?

El mundillo literario quiere ser muy “chic”, pero, amigos, la verdad es que casi todos leemos libros en el water. Y eso, de “chic” no tiene nada. Leer, en el fondo, es un placer, y como cualquier gusto que nos damos, nos está permitido acercarnos a él como nos venga en gana.

Y a mí me encanta reír.

 

Escribo este blog para reírme a gusto. Porque existen editoriales terribles, y novelas tan demenciales que uno tiene que hablar de ellas. Sin indignación estúpida y petulante. ¿De verdad tenemos que enfadarnos con Dan Brown? ¡Pero si es un tío cachondísimo, uno de los escritores con más jeta que caminan hoy por el mundo! Es muy fácil criticar un género (especialmente los dos más vapuleados, el thriller y la romántica) enarbolando el pendón de la Alta Literatura. Pero yo siempre me pregunto: ¿por qué algo que vende el triple es peor? No me refiero al éxito comercial. Me refiero a llegar a la gente. Es evidente que muchos autores considerados por los especialistas como “malos escritores” han tocado muchos más corazones que el insoportable Proust. Y sí, cojones, vale, puede que sean malos. La verdad es que todas las novelitas del Brown son idénticas, y utiliza trucos arteros. Pero coño, al menos divierten, ¿no?

 

Esa era la tónica de este blog cuando nació, pero ocurre una cosa. Ocurre que trabajo en una librería. La cantidad de títulos diferentes que pasan por nuestras manos cada día es algo desorbitado. Y eso, inevitablemente, te hace leer y catar y explorar nuevos horizontes. Desde que empecé me obligué a leer ciertos clásicos, probé con éste y con aquel, y siempre voy pasando por todos los géneros, estilos y calidades, y al informarme sobre los autores… ¡resulta que los “grandes escritores” solían ser unos caraduras igual que todo el mundo!

Eso dio pie a entradas como la de Jaroslav Hasêk o la de H. P. Lovecraft.

Tiempo atrás, mi amiga Antonia J. Corrales me preguntó si no me planteaba publicar un libro con el material del blog.

-¿Qué coño quieres que publique? – le dije – En la mitad de los artículos me cago en algún editor. Y la otra mitad son chorradas que escribo por diversión. Además, ni siquiera sabría por dónde empezar, yo nunca he publicado un carajo.

-Tienes razón – dijo ella. Y la tenía.

 

Me olvidé del tema, y hubo cambios en el curro, además se acercaba Sant Jordi, y no tenía apenas tiempo para pensar si yo realmente quería escribir en serio o no algún día. Mis novelas habían dado ya más vueltas que una peonza entre editoriales, agencias y concursos, con escasa fortuna. Debido, supongo, a que son una mierda, o por lo menos muy mejorables.

Y entonces, el editor Joan Eloi Roca llegó al blog por casualidad, y como es un cachondo natural, le pareció una buena idea publicarme un libro. Tócate los cojones. Contactó conmigo y nos tomamos unos cafés en una librería de Barcelona mientras yo flipaba y me preguntaba si todo aquello era una broma o un timo sectario. Hablamos de varias opciones, de cómo sacar un libro del batiburrillo demente de este blog, pero no dejábamos de irnos por las ramas haciendo chistes sobre escritores y compartiendo anécdotas vergonzantes de Faulkner, Lope de Vega, Hasêk, y compañía. Y la cosa vino sola: era evidente que el mundo necesitaba una Historia Torcida de la Literatura. ¡Porque hablar de Dostoeivsky no implica poner cara de culo y asentir gravemente ante las doctas opiniones de los especialistas!

 

Así que, más de medio año después, aquí está: Historia Torcida de la Literatura sale a la venta en toda España el 22 de noviembre. En ella encontraréis un repaso (un tanto sui-generis) a la historia de las letras, empezando por la antigüedad más lejana -la epopeya de Gilgamesh o la Biblia, por ejemplo- y acabando con genios de nuestros días, como Camilo José Cela y su impagable capacidad de absorber agua por el culo. Por el camino, la monomanía de Dickens y Austen, el charcuterismo medieval, las borracheras de Dumas, el pene de Lope de Vega, las putas de Baudelaire o el opio de Thomas de Quincey, entre muchísimos otros.

Vamos, que es una historia de la literatura pero al estilo del blog. Con cachondeo y buen humor y, sobretodo, mucho amor por los libros. Los buenos y los malos. ¡Porque todos ellos se merecen nuestro afecto!

Lo edita Principal de los Libros (la hermana bizarra de Ático de los Libros) y ya podéis ver la portada:

Así que ya sabéis.

Si os apetece echarle un ojo, espero que os divirtáis.

Y si no os gusta, pues… ¡siempre podéis ponerme a parir en los comentarios! Seguro que nos reímos bastante, en todo caso.

 

¡A cuidarse, amigos!

¡ViaMagna ha muerto! ¡Viva ViaMagna!

¡Hola amigos! Estos días me debatía sobre si colgar o no un post sobre los franceses y su huelga. Más que nada como alabanza, porque hay que reconocer que estos saben hacer una huelga en condiciones, poniendo en jaque al gobierno. Sin embargo, corría peligro de muerte por dispersión. Si en un blog sobre libros también acabamos hablando de política (uno de los temas más deprimentes que existen) creo que podría echar ya el cierre y beberme un vaso de cicuta.

Y el caso es que el post valía la pena ni que fuera por colgar un par de fotos cojonudas de Sarkozy, ese genio de las finanzas, la diplomacia y la libertad, amén de patrón de los caraduras.

En esas estaba esta tarde, dándole vueltas al blog y a los franceses y a la escasez de chunguez literaria, cuando he recibido un correo en el trabajo ordenando la devolución de todo el fondo de la editorial ViaMagna porque… ¡han cerrado! ¡Sí, amigos! ¡Una de nuestras editoriales favoritas, emblema de Literatura Torcida, ha pasado a mejor vida!

“¡Tengo que hablar de esto!”, me he dicho. Pero, ¿qué ocurre entonces con las fotos de Sarkozy? Pues nada, porque… ¡puedo colgarlas igualmente en este post aunque no tenga nada que ver con el tema! Es lo bonito de tener un blog: que puedes hacer todos los destrozos que quieras con tus “publicaciones” sin preocuparte por el resultado. No os riáis: este mismo razonamiento lo siguió Balzac al montar una editorial. Claro que Balzac se arruinó por ello.

En fin, mis druguitos, que entrando ya al tema, ViaMagna se ha convertido en ViaMuerta. Es una noticia triste pero es así. A lo largo de estos dos años hemos ido viendo aquí algunas de las joyas de la corona de esta editorial. Obras de arte como La Flor del Diablo no podrían haber visto la luz de no ser por ViaMagna… aunque quizá los de El Andén (que por cierto, también están desaparecidos, el panorama empieza a ser desolador) se habrían atrevido.

 

ViaMagna ha sido el equivalente editorial de un one-hit wonder discográfico estilo Frankie goes to Hollywood. Y así como de estos últimos recordamos Relax y poco más, de ViaMagna sólo recordamos un Grandes Ventas: El testamento maya, de Steve Alten. Todo lo demás ha sido un intento de replicar ese libro y ese éxito. Un intento fallido, es evidente.

El testamento maya fue un libro curioso. Yo siempre he estado convencido de que el detonante de su éxito fue la portada. Podremos reírnos de ViaMagna, pero hay que reconocer que hacían algunas portadas muy guapas. Para los amantes del thriller de acción eran portadas la hostia de atractivas. En este caso concreto, la inquietante imagen de una pirámide con ese tono verde, brillante, y el aire lunático que desprende todo el conjunto, con esa calavera, convertía la cubierta en un cebo irresistible. Y luego resultó que el libro no estaba mal. A mí me divirtió mucho, aunque lo cierto es que no me acuerdo de casi nada. Es evidente que no estamos ante una pieza genial de producción literaria, tan sólo es puro entretenimiento. Los protagonistas tienen delito: la prota es, evidentemente, atractiva y lista, tiene unas tetas increíbles, y suelta unas respuestas que molan mucho. Y escucha a Jim Morrison con los Doors, lo cual es reseñable. El prota es el hijo de un científico loco, que está igual de loco que su padre y vive en un psiquiátrico. Pero para que sea totalmente del agrado de la chica, Steve Alten le ha dotado de un físico espectacular y de una cortesía irresistible para las damas. ¡La pasión no encontrará barreras!

 

El argumento ya lo conocemos todos a estas alturas: según el calendario maya, el mundo se acabará el año 2012. Para muchos especuladores hoy en día endeudados sería un alivio que eso ocurriera. Quizá por eso tuvo tanto éxito: desde el lanzamiento de El testamento maya se disparó la producción en cadena de thrillers de ambientación precolombina. Maldita sea, aquellos meses fueron una locura. Llegaba de todo: El códice maya, La máscara maya, El Nostradamus maya (éste tiene gracia), La profecía maya… o títulos alternativos como uno que creo recordar se llamaba La profecía 2012. Durante una temporada sólo había mayas y aztecas. ¡Qué interesante nos parecía todo el asunto! Un interés que resultaba curioso, considerando que fuimos nosotros mismos quienes erradicamos del planeta casi todo resto de civilización precolombina.

Las bonitas ventas de ese título hacían presagiar una brillante carrera para ViaMagna. Pero en realidad fue un desastre absoluto: la segunda parte, conocida como La resurrección maya tuvo mucho menos impacto, y empezaron a llegar packs absurdos. Por ejemplo, los dos libros juntos, con una mierda de envoltorio de cartón barato que valía exactamente lo mismo que los libros por separado… que dices… ¿pa qué coño me mandas un pack? Además, asumámoslo: cuando te envían un pack con DOS libros de una TRILOGÍA, es que el tercero peligra. Mira como del Larsson no enviaron el pack hasta que estuvieron listos los tres tomos.

En fin, nunca llegó el tercer título de la trilogía maya. Publicaron otros libros de Steve Alten, uno sobre un tiburón asesino, otro sobre la guerra del petróleo, e incluso uno sobre el lago Ness donde, como ya comentamos una vez, ViaMagna acuñó un nuevo género literario, amén de mostrar un elegante repertorio de cutre-trucos publicitarios.

Pero nada funcionó. Lo que se gastaban en portadas, cartulina para packs, y drogas para largas noches de redacción de contraportadas absurdas era diez veces superior a lo que ingresaban con sus eximias ventas.

Editor de ViaMagna en una noche de mucho trabajo.

Al final, los editores… ¡parece que desaparecieron! Como lo oís. Se han dado a la fuga, los cabrones, metiendo a toda prisa en sus maletas los billetes de cinco euros que quedaban en un cajón de la editorial. Eliminaron su página web, se graduaron en discreción, y para cuando los autores que tenían contrato en vigor con la editorial quisieron darse cuenta, se habían volatilizado en el éter. Esto ocurrió a lo largo de este verano, como parecen atestiguar algunos foros de escritores y algunos blogs la hostia de interesantes. Hay que solidarizarse con los autores: con lo jodido que resulta conseguir publicar un libro, ha de ser una putada enorme que tu editor desaparezca como si jamás hubiera existido. Personalmente no conozco a ninguno, así que no sé cómo está el asunto en estos momentos (los mensajes de los foros adjuntos son de verano, y yo no me he enterado de todo esto hasta esta semana, cuando el distribuidor nos ha pedido la devolución de todo el fondo) pero desde aquí envío un mensaje de ánimo para todos estos escritores y deseo que hayan podido normalizar su situación.

Por quien sí me alegro es por la distribuidora UDL: junto con Les Punxes, es una de mis distribuidoras favoritas (sus comerciales son cojonudos, te meas de risa con sus visitas y hacen un trabajo muy honesto, odio a los que intenta colarme mierda) y cuando dejaron de llevar ViaMagna hace muchos meses, pensé: vaya putada les han hecho. Por aquel entonces aún coleaban los mayas de Steve Alten. Pero no, ha quedado claro que fue de una previsión espeluznante. ¡Bien por UDL!

 

Sin embargo, antes de dar por cerrada su aventura editorial, ViaMagna lanzó un último canto de cisne. Y fue con un libro llamado… ¡2012! Sí, era una buena forma de cerrar el círculo volviendo a los orígenes: sus primeros euros los ganaron con una profecía maya, y sus últimos, aquellos con los que pagarse un billete en Ryanair para huir del país, también.

Pero ojo, que 2012 es una novela especial. Arrastró ventas, yo creo que porque en ese momento estaba en marcha la película de mismo nombre… ¡que tampoco tiene nada que ver!

Y por cierto… ¡qué locura de película! Es uno de esos films estúpidos que disfrutas mucho más si lo visionas dentro de un cumulonimbo marihuanero. Básicamente son dos horas de huidas trepidantes en avión mientras te caen encima edificios, explotan volcanes, y todo el mundo muere. Aquello no tiene ningún sentido, hay mafiosos rusos que dicen cosas como “ensiende motor” para arrancar un coche, y aparecen niños rusos malvados con pelo de loco que al final se vuelven buenos y comparten su cachorrito con otros niños diciendo “ahora puede ser tu perita también”. ¡Y van todos a bordo de un avión que se queda sin gasolina en medio del océano pero cuando caen… caen en medio de China! Porque claro, como hay volcanes y terremotos, los continentes se están moviendo. ¡Pero tienen tanta suerte que cuando caen en China, caen justo a dos pasos de donde se están construyendo unos barcos gigantes anti-apocalipsis! Que dices, como China es pequeña, es normal que atinen tantísimo. Ni que fuera Andorra.

Bueno, la novela 2012, de Brian D’Amato, no tiene ninguna relación, pero sirvió como excusa para venderla. Sin embargo, es un libro con unos giros argumentales espectaculares, donde no sólo se va a acabar el mundo sino que envían la conciencia del protagonista al pasado para que se apodere del cuerpo de un rey maya de la antigüedad. ¿Para qué? ¿Será para impedir que haga la profecía? Pero, ¿impedir la profecía evita el fin del mundo? ¿O sólo te ahorras el saber que todo se acaba? ¡Es un argumento muy gilipollas! Y por eso a nosotros nos encanta y la saludamos como la última gran aportación de ViaMagna a la humanidad.

Estas Navidades serán muchos más tristes sin las novedades de ViaMagna.

Así que lo mínimo que les debemos es un brindis en fin de año y desear que, allá donde estén, decidan montar otra editorial y asombrar al mundo con sus descubrimientos literarios.

 

¡Descanse en paz, ViaMagna!

¿Quién odia la campaña del libro de texto?

Hola amigos!

 

            Bien, todo vuelve poco a poco a la normalidad. La campaña de texto más desorganizada de los últimos trescientos años ha llegado a su fin. En realidad, aún quedan las últimas reclamaciones (que, por últimas, resultan especialmente agrias) y las devoluciones, que prometen diversión y desmadre a raudales, sobretodo para los proveedores, en cuanto vean la monstruosidad que les enviamos de vuelta con un lacito. Pero en fin, que sí, que lo gordo ya ha pasado. Todos los niños del país empiezan un nuevo curso escolar en el que se forjarán las preclaras mentes del futuro. Y nosotros, los libreros, habremos contribuido al distribuir esas fuentes de saber inagotable que son los LIBROS DE TEXTO. Convirtiendo niños despiertos en tristes pedacitos de Sociedad Aceptable.

El fusil de nuestros soldaditos adolescentes.

            Libros de texto. La pesadilla de todo trabajador del sector.

 

 

            Alguna vez me han preguntado por qué nunca he hablado aquí de los libros de texto. Y bueno, lo intenté al finalizar la campaña del año pasado, pero dejé el post colgado porque estaba más cargado de mala baba que de alegría y gozo. Y yo, para cabrearme y despotricar, pues prefiero hacerlo en un bar con un café, junto a algún compañero del curro, en vez de en este pequeño cenáculo donde, en líneas generales, lo único que pretendo es divertirme.

            Sin embargo, este año es diferente. Como campaña ha sido mil veces peor que la del año anterior, pero una excelente noticia que os comunicaré al final de la entrada me ha alegrado tanto la vida, que hasta los marrones de texto me resbalan.

 

            Así pues… ¿por qué nunca hablo del libro de texto? Pues porque no es un “libro”. No al menos como yo concibo un libro: un conglomerado de páginas cargadas de arte/pensamiento/divulgación/diversión con una tapa delante y otra detrás.

            En un libro de texto hay tapas, y también páginas, pero en ellas solo se amontonan carretadas de mierda.

 

            Amigos de las editoriales: entiendo que hay fábricas que mantener, empleados a los que pagar y, sobretodo, cocaína para la cúpula por conseguir. Pero entendednos a nosotros, padres y libreros: nos tenéis hasta los cojones.

 

            El primer punto negativo del día es el precio demencial de los libros. Eso no hay por dónde cogerlo. Para empezar, los libros de educación infantil. Muchos profesores se hacen al cargo de lo ridículo que es sablear a los padres de un moco de cuatro años, y con buen tino piden tres cuadernillos pelaos y vas que chutas. Pero otros, ay, otros ceden a la sutil técnica de venta de los comerciales (consistente en “tu pides los libros de Santillana/Barcanova/Teide/etc y yo te dejo aquí encima de la mesa este Maletín/Portátil/Iphone/etc”. ¿Veis como es sutil? ¡Ni siquiera tiene nada que ver una cosa con la otra! ¡Nadie podría confundir este detallito con algo tan sucio como un jodido soborno) y les piden a los niños cantidades brutales de material. ¿Qué sentido tiene hacer que una madre pague ciento y pico de euros por unos materiales que el niño ni entiende ni le importan una mierda ya que, como todo buen crío de tres o cuatro años, lo único que quiere es jugar y pintarrajear? ¿Garantizamos una escolarización ejemplar chapando tantísima pasta? ¿No conseguirías los mismos resultados con cuatro fotocopias, una caja de ceras y un poco de esfuerzo e imaginación?

            Luego tienes los nombres de los libros, que siempre son un animal parlante con nombre ridículo. Estamos volviendo locos a los críos con tanto bicho: les regalamos peluches de animales, en la guardería son “el grupo de los conejitos”, en P3 “la clase de los patitos” y en P4 “la clase de las vaquitas”, y si encima los llevamos a piscina… ¡puede que te toque en el grupo de los Delfinitos o de los Pingüinitos! Así que para rematar la jugada, las editoriales titulan todos sus libros de educación infantil con bonitos nombres como “Tito el Gatito”, “El Grill Cordill” o “La mariquita Juanita”. ¡Bravo! Me sorprende que la zoofilia no se haya convertido en una moda incontenible. Aunque vete a saber de aquí a unos años…

            Si yo dirigiera un colegio, escogería para las aulas infantiles nombres de animales, sí, pero de animales terribles y peligrosos. Imagínatelo. ¿El aula de los Tiburones Blancos? ¿La clase de las Hienitas? ¿Cobras-A y Cobras-B? ¡¡La clase de los Escorpiones Negros se va de excursión a Marineland!! ¿Qué ocurriría al cabo de veinte años con una generación de niños que empezaran su vida lectiva en el grupo de los Quebrantahuesos? ¿Quedaría su mente destruida de forma irreversible? ¿Serían siquiera aptos para integrarse en la sociedad?

 

            Luego llegamos a esa maravillosa etapa que es la Educación Primaria. Lo que antes era la EGB, ahora es EP y dura dos años menos. El problema de la Educación Primaria es que el genio de los cojones que decidió retocar y renombrar el sistema ni siquiera sabía contar hasta seis, se perdía en el tres, era demasiado complicado, así que optó por renombrar los cursos como “Primero” y “Segundo” una y otra vez, una y otra vez, hasta que se acabara la Primaria de los huevos y salieran de su jurisdicción creativa al pasar a la ESO. De esta forma, tenemos 1º y 2º de ciclo inicial, 1º y 2º de ciclo medio, y 1º y 2º de ciclo superior. Que así explicado puede sonar sencillo, pero os desafío a venir a mi tienda un seis de septiembre y enfrentaros a esto (los diálogos mostrados a continuación son verídicos. Se requiere, para el efecto completo, imaginarse ante el protagonista una interminable cola de padres furiosos y resoplantes):

 

            CLIENTE: ¿Me das el libro de mates de segundo?

            LIBRERO: ¿Segundo de ESO?

            CLIENTE: ¡No hombre! ¡De primaria!

            LIBRERO: Vale vale. ¿De qué ciclo?

            CLIENTE: ¿Cómo?

            LIBRERO: No importa. Aquí tiene.

 

            ------

 

            CLIENTE: ¡Hola! ¿Tenéis el de lengua de tercero?

            LIBRERO: ¿Tercero de ESO?

            CLIENTE: No no, de primaria.

            LIBRERO: O sea, primero de ciclo medio.

            CLIENTE: No, de tercero te he dicho.

            LIBRERO: Ya, pero es que… da igual, aquí tiene su libro.

            CLIENTE: Pero aquí pone primero. Te he dicho que es tercero.

            LIBRERO: Sí, es que tercero de primaria es primero de ciclo medio.

            CLIENTE: ¿No hay algún compañero que sepa más que tú?

 

            ------

 

            CLIENTE: A ver, necesito el libro de música de cuarto.

            LIBRERO: Tenga.

            CLIENTE: Pero aquí, pone segundo de ciclo medio.

            LIBRERO: Ya, es que cuarto de primaria ahora es segundo de ciclo medio.

            CLIENTE: Pero si mi hijo hace la ESO.

            LIBRERO: Ah…

 

            ------

 

            En este sentido, la ESO y el Bachillerato resultan mucho más sencillos. Pero sólo en este sentido. Porque hay otros factores que contribuyen al caos y a la confusión. A saber:

 

1)       EDITORIALES: Hay miles. Y la mayoría de las veces te las escriben como les viene en gana o con letra incomprensible. Una vez, atendiendo en la sección de “lecturas recomendadas”, un chico me pidió un “Terra Baixa” de la editorial “Alfaguarra”. Aunque sospecho que esa vez el muchacho se estaba quedando conmigo.

2)       LIBROS DE INGLÉS: No es que haya miles… ¡es que sus Workbook tienen diferentes versiones! ¡Y ni uno sólo de los ISBN de inglés que me ponen en las listas de los colegios es el correcto! Quizá te parezca fácil buscarle a alguien el “New Headway Workbook 3”, pero cuando el código no pasa y lo buscas por el nombre, entonces ves que hay un Workbook “English”, un Workbook “Spanish” y aquí en Cataluña, incluso un Workbook “Catalan”. Entonces le preguntas al cliente cuál quiere, y él, sobrio y elegante, siempre responde “pues el que pone en la lista”. Luego hay honestos que dicen “pues no lo sé, la verdad”. Pero da igual: tú sabes que, le des el que le des, seguro que es el incorrecto…

3)       EDICIONES: Muchas veces conviven dos ediciones, por ejemplo, 2008 y 2010. Pero, con gran visión, los editores cabrones no sacan al mercado la nueva hasta, digamos, mediados de agosto. Así que todas las reservas que has ido haciendo durante el mes de julio no sólo no te llegaran, sino que tienes que hacer nuevos pedidos. Y eso, contando con profesores normales que tiran de la última edición disponible. Luego están los maniáticos, que te piden incluso la del 2006, a saber por qué. Y hablando de ediciones: ¿soy el único al que le parece una tomadura de pelo esto de renovar ediciones cada dos por tres? Coño, no creo yo que los contenidos de física de 4 de ESO cambien tanto. A fin de cuentas, las fórmulas son las mismas desde que al bueno de Newton se le cayó una manzana en la cabeza. ¡Menudo sacacuartos! ¡Esto de las reediciones es un timo como una casa, hombre, orquestado entre el gobierno y las editoriales! ¿A quién pretendéis engañar? El único motivo por el que se hacen reediciones cada cierto tiempo es para obligar a los padres a comprar libros. De esta forma, evitan que los libros pasen de unos niños a otros o peor aún, que se socialicen. Y os preguntaréis: ¿pero como librero, no deberías alegrarte por las reediciones? ¡Así viene mucha gente a comprar a tu tienda! Pues no, amigos, no me alegro. Primero, porque es un dolor de cabeza. Segundo, porque sí, vienen, pero vienen con una mala hostia tal que preferiría trabajar de, yo qué sé, afeitador de culos, o cualquier otro sórdido empleo. Y tercero: porque somos libreros, no usureros. Ninguno de nosotros disfruta cobrándoos trescientos euros en libros de texto, sabiendo que todo esto es un timo. Comprendemos que es una putada, y preferiríamos mil veces que os gastarais apenas cuarenta euros en tres o cuatro novelas. De verdad.

 

 

Pero existe un último factor que convierte la campaña de texto en una pesadilla kafkiana. Y son las madres, los padres, y toda la parentela que viene a comprar libros de texto.

Entre los libreros, para estas fechas, suelen correr decenas de anécdotas y chistes sobre padres tontos o desagradables que nos han visitado. Y es injusto, lo sé. A fin de cuentas, bastante pena tiene el cliente con tener que fundirse doscientos euros en una montaña de basura que al chaval no le va a servir para casi nada.

También tendemos a olvidar que un padre, o una madre, o cualquier cliente que venga, ni tiene por qué saber lo que es un ISBN, ni conoce las dificultades de gestionar 3000 reservas particulares con mínimo personal, ni le importa una mierda si esa editorial tarda mucho o poco, ni si mi almacén está dirigido por incompetentes. Él sólo quiere su libro, y se frustra cuando no lo consigue. Y tiene razón, joder. ¿No nos pasa a todos lo mismo con cualquier cosa que queramos comprar?

No es justo atacar a los padres y las madres que vienen a comprar los libros. Y sin embargo… y sin embargo, a veces los mataría.

Podría daros mil motivos.

Podría hablaros de exigir devoluciones sin ticket.

Podría detallaros las montañas de reclamaciones absurdas que recibimos.

Podría mostraros escalofriantes escenas como aquella en la que sales a tomarte un café, vestido de calle, tan tranquilo con tu cigarrito, y de pronto un padre aparece detrás de un arbusto y te coge del brazo y te pregunta con una sonrisa demente: “Oye, ¡¿sabes si ha llegado ya mi libro?!”. Y tú no tienes ni puta idea de quién ese hombre, qué libro encargó, y lo más preocupante… cómo te ha reconocido. ¿Será un maníaco peligroso? ¿Estoy siendo vigilado por madres neuróticas? Quizá mañana al ir a mear levante la tapa del water y asome por ahí un padre sonriente preguntándome si ha llegado su libro. Con los ojos bailándole casi fuera de las órbitas.

 

Sí, podría daros muchísimos motivos para odiar a esos padres, y seguro que cualquier librero que entre por aquí podría añadir mil más (os animo a dejar anécdotas en los comentarios, eso fomenta la solidaridad). Pero sólo os hablaré de la cosa que más odio, la que más me revienta, y la única para la que no encuentro excusa ni explicación a favor de los padres.

Y esa cosa es un Libro Forrado y Con el Nombre Puesto.

En cualquier librería que haga libro de texto, existe una advertencia que, invariablemente, aparece por triplicado.

En el ticket, pone en mayúsculas NO SE ADMITIRÁN DEVOLUCIONES DE LIBROS FORRADOS O CON EL NOMBRE PUESTO

En cualquier sección de texto del país hay un cartel que dice NO ADMITIMOS DEVOLUCIONES DE LIBROS MARCADOS O FORRADOS.

Y cualquier dependiente-librero que lleve al menos una campaña a cuestas, siempre, siempre, dirá aquello de: “por favor, acordaos de no ponerle el nombre ni forrarlo hasta que el profesor de el visto bueno”.

Pero siempre, cada año, decenas de padres y madres vendrán a cambiarte libros forrados o con el nombre.

¿Por qué?

Pues no lo sé, la verdad. A mí que no me jodan con que tienen miedo de que le roben el libro al niño. ¿Quién demonios va a robarle un libro de texto a un crío? ¿Un lunático? Le pasará a uno entre mil, hombre, no seamos paranoicos. ¿Y lo de forrarlos? ¿Es que temes que ya el primer día el niño deje la portada hecha una mierda? Si es el caso, ¿para qué lo llevas al colegio? No señor, hay que forrarlos a toda prisa, y escribir el nombre, quizá de forma discreta en un lado, o mejor aún, poniendo un rotulador en las temblorosas manos del chaval para que escriba su nombre en mayúsculas, ahí bien grande. A veces incluso con faltas de ortografía enternecedoras (una vez me devolvieron el libro de un tal “gillermo”).

Eso nos supone el más grave de los dilemas.

Si el error ha sido nuestro, el cliente no duda en lanzártelo a la cara. Contraatacan antes de que puedas abrir la boca, por así decirlo, recordándoles que han incumplido las normas. Y se olvidan de que una cosa no invalida la otra. Sí, la he cagado, te pido disculpas e intentaré arreglarlo lo antes posible trayéndote el libro que necesitas. Pero tú me traes un libro donde han escrito con tippex GILLERMO. Lo siento.

Si el error ha sido del colegio, o del padre o madre en cuestión, lo lamentamos mucho. No es broma. Entendemos que es una putada. Pero tú me traes un libro donde han escrito con rotulador negro GILLERMO. Lo siento.

Aquí entra en juego la humanidad. Las normas son las normas, pero no somos robots, maldita sea. Hay veces que ves al pobre cabrón tan desesperado que le devuelves el dinero sin pensar, y ahí te quedas tú con esos libros que no podrás ni revender ni devolver. A veces te lo piden con tanta educación, hay gente tan maja y encantadora, que no dudas ni un instante. Aunque el fallo sea suyo. Qué coño importa, a todos nos puede pasar.

Sin embargo, y ahí es donde me encabrono, hay otros tan groseros, tan asquerosos, que disfrutas haciéndoles sudar. La despreciable máxima de “el cliente siempre tiene la razón” ha creado auténticos monstruos, máquinas de machacar empleados, personajes inmundos que consideran que más que un vendedor, eres un esclavo al servicio de, un miserable que ni siquiera sabe hacer su trabajo. Son aquellos de “si está forrado no es mi problema” o de “quiero hablar con un responsable porque tú no te enteras de nada”. Este año hemos tenido uno bueno de estos, un señor mayor que se volvió loco y empezó a golpear el mostrador y a chillar “¡HIJOS DE PUTA, DADME MIS LIBROS! ¡QUIERO MIS LIBROS! ¡OS TIRARÉ UNA BOMBA!”. Al día siguiente le gasté una broma con eso a mi compañera María, víctima de estas imprecaciones, y ella se echó a llorar. No es coña. Me disculpé con ella por mi inoportuno humor y dijo una frase muy sabia: “no es agradable que un desconocido te llame hija de puta a gritos pegando puñetazos a la pared, ¿sabes?”.

Sé.

En fin, amigos. Todos somos humanos, ¿eh? Padres, libreros, profesores. Tengamos un poquito de cortesía, por favor.

 

Ya veis lo que da de sí una campaña de texto. Este año se me ha sumado un problema doble: mi almacén central se ha colapsado. Y el programa informático ha fallado por completo. Había días que llegaban palets enteros de libros sueltos en cubetas y nadie tenía ni puta idea de qué eran esos libros ni a quién le pertenecían. Con todo esto, yo debería estar subiéndome por las paredes… pero no.

Como os dije, hay una excelente noticia que ha calmado mis ánimos y me ha puesto de un humor fantástico.

Y es que tengo la suerte de poder presentar mi primer libro hacia el mes de Noviembre.

Los que seáis viejos conocidos del blog podréis suponer de qué palo irá.

Ya os iré contando.

 

A cuidarse, amigos!

El hombre más gilipollas de la Galaxia

Hola amigos. Hace mucho que no actualizo el blog por diversos motivos, algunos habituales (gandulería, campaña de texto, o mis vacaciones, este año más parecidas a un estertor que a otra cosa) y otros no tanto (el trabajo en mi libro que saldrá, Dios mediante, este otoño, ya os informaré).

            Tengo algunos posts en el tintero que no me acaban de convencer, ya me lo miraré, pero hoy querría colgar una entrada que, por una vez, no tiene nada que ver ni con libros ni con literatura ni con nada que se le parezca. Ya me perdonaréis, pero hoy voy a hablar de un... ¡programa de televisión! ¡Maldición! ¡Éste es un blog de literatura! ¡¿Cómo se atreve a hablar de algo tan degradante como la televisión?!

            Bueno, si pensáis así, ya sabéis que os habéis equivocado de lugar.

            Y además, yo aquí hablo de lo que me sale de los cojones. ¿A que sí? Pues al turrón.

 

            No sé cómo se llama el programa en cuestión. Tampoco puedo buscarlo porque escribo esto en una sombría buhardilla de un mas destartalado que tenemos en un monte perdido en medio de Aragón... es decir, que la conectividad a Internet aquí es tan inexistente como el viaje interestelar. (Update a la hora de colgarlo, ya lo encontré, es El Juego de tu Vida)

            Desconozco el nombre del programa, decía, pero casi todos lo conoceréis, si no por haberlo visto, al menos por sus momentos más brillantes retratados en cualquier programa de zapping como el APM. Es un programa nocturno, en Telecinco, creo, donde los concursantes se sientan en una silla después de haber contestado una serie de preguntas comprometidas ante un polígrafo. Allí, la presentadora le hará algunas de esas preguntas al azar, que el concursante deberá responder con sinceridad ante la severa mirada de tres "testigos" escogidos por el mismo concursante, generalmente su madre, su suegra, su mujer, sus hijos, o algún otro gilipollas que haya cogido por ahí.

            La gracia del programa, se supone, radica en que el concursante tenga el valor de responder con sinceridad las preguntas jodidas que le hace la presentadora, preguntas siempre relacionadas con los pobres testigos. En ese programa ha habido momentos estelares donde un hijo dice "sí" por 40.000 euros a la pregunta de si querría ver muerta a su madre, o confesiones de homosexualidad por  10.000 euros ante una esposa atónita después de veinte años  de tomadura de pelo.

            Bien, ayer por la noche, con un gin-tónic en una mano y un cigarrito de alegría en la otra, sin nada mejor que hacer, nos pusimos con mi padre y mi pareja a ver la tele y dimos con ese programa, El Juego de tu Vida. Aún hoy, durante la comida, nos reíamos.

            Para empezar, debo decir que me cuesta muchísimo creer que ese programa sea verdad. No creo que exista realmente gente tan subnormal como para ir a un programa de televisión a humillarse delante de todo el mundo al tiempo que le jode la vida a sus seres queridos por cuatro euros de mierda. O quizá sí. Quién sabe. Si no fuera así, estaríamos ante una parodia magnífica, y el ideólogo del programa merecería una estatua en el panteón de los genios del humor. Pero siguiéndoles el juego, uno debe creerse que todo eso es de verdad, que esa gente viene ahí a quedar como el culo a sabiendas. Ok. Me lo creo.

            Analicemos pues,  el programa. El formato es cutrísimo, suena una música misteriosa, de mucha tensión, chan chan, aquí va a pasar algo. Y pasa. Aparecen los concursantes. Todos ellos son feísimos, los cabrones, con una pinta de catetos que tira para atrás, una sonrisilla bobalicona pintada en la cara, nerviosetes. Pa no estarlo. Sientan al primero, una mujer que baja las escaleras que parece un péndulo, de lado a lado. Se sienta en el sillón y frente a ella, sus testigos: la suegra (a la que le faltan varios dientes), el hermano (que parece un matón de Sierra Morena) y la mujer (sí, la concursante es lesbiana, y no veas cómo es la mujer. ¡Qué jodida! ¡Es como Shrek pero color carne! ¡Tiene un inmenso ARCO CILIAR que surca su frente de oreja a oreja, y sus patorras amenazan con pisotear calaveras).

            La presentadora (una flaca que va de guapa, llamada Emma no sé qué) empieza a tratar a los concursantes como si fueran retrasados. Oí cosas cómo:

            -Muy bien, has contestado seis preguntas con SINCERIDAD, porque eso es lo importante, ¿verdad? El decir la VERDAD, eso es lo principal, y ahora si tú quieres, puedes pasar al segundo nivel. Te lo voy a preguntar: ¿quieres pasar al segundo nivel?

            Todo eso dicho con un tono paternalista y tristón, hablando muy lentamente, como si delante suyo en vez de una persona hubiera un extraterrestre tarado y sordo. Además, los guionistas se lo curran poquísimo, y la presentadora tiene muy  pocas tablas, básicamente se dedica a andar del concursante a los testigos entre pregunta y pregunta, repitiendo las palabras VERDAD y SINCERIDAD miles de veces, qué coño, millones. Y de vez en cuando, para romper el hielo y rellenar minutos en un programa que de por sí tiene muy poco, les hace a los concursantes preguntas estúpidas que no le interesan a nadie y no tienen nada que ver con el tema. Ejemplo:

 

            PRESENTADORA: ¿Le has hecho alguna vez sexo oral a un caballo?

            CONCURSANTE (con cara de concentración): Sí.

            LA MÁQUINA: Eso es... VERDAD.

            PÚBLICO (aplausos).

            PRESENTADORA: Muy bien, has sido SINCERO, que eso es lo importante, decir LA VERDAD, ¿a que sí? Y dime, ¿a tí te gusta hacer deporte?

            CONCURSANTE: Pues  sí, me gusta... hmm... hacer bicicleta.

            PRESENTADORA: Pues eso está muy bien, porque hacer deporte es importante, ¿verdad? Tanto como ser SINCERO, y ahora, vamos a la siguiente pregunta, ¿Alguna vez te has masturbado con un dedo metido en el culo?

 

            A mí esas preguntas aleatorias sobre aficiones de los concursantes me parecen cojonudas, sobretodo porque a cada respuesta, la presentadora responde vaguedades estilo "pues eso está muy bien" pero tú, en realidad, lo que oyes es: "me importa una mierda, así que vamos a lo que nos interesa".

 

            En fin, liquidada la lesbiana después de llamar timador a su hermano, bruja a su mujer, y maltratadora a su suegra, el siguiente concursante era el que da título a este post. Un auténtico GILIPOLLAS como no había yo visto en toda mi vida.

 

            Las pintas ya le delataban: ese diente faltante, ese pelo repeinado pa un lado, ese sobrio acento, que en vez de decir SÍ decía CÍ, esa sonrisilla de alelao. Ante él, su mujer, su madre y su suegra.

 

            La primera pregunta ya se las traía:

            PRESENTADORA: ¿Es cierto que cuando estás nervioso, te orinas en la cama?

            CONCURSANTE: Cí.

            LA MAQUINA: Eso es... VERDAD.

            PÚBLICO: (Aplaude)

 

            Aquí realmente me planteé si todo eso estaba ocurriendo de verdad. Es imposible que nadie vaya a la televisión a confesar que con cuarenta años se mea encima por MIL EUROS DE MIERDA (y aún quedaban cinco preguntas después de ésta para conseguir los mil euros). Pero en fin, nosotros nos lo creemos. Y seguimos viendo el programa.

 

            Después de algunas preguntas comprometidas sobre la suegra y la madre, de poca tensión dramática, los guionistas atacaron directamente a la esposa, que asombrada veía cómo el tonto del culo de su marido decía Cí a cuestiones tales como:

 

            ¿Crees que tu mujer es celosa?

            Cí

            VERDAD

 

            ¿Crees que tu mujer es una histérica?

            Cí

            VERDAD

 

            ¿Es cierto que cuando hacías la mili, dormías con otra mujer?

            Cí

            VERDAD

 

            ¿Es cierto que has sido infiel varias veces?

            Cí

            VERDAD

 

            Aquí ya no podíamos dejar de reír. El memo ese no paraba de retorcerse las manos y sonreír, y la mujer tenía mirada de loco furioso, los labios torcidos en un rictus agónico. El realizador, además, hacía contrastes en plano corto de la mirada atontada del concursante y los ojos desquiciados de su mujer, uno, otra, uno, otra, mientras esperabas a que la máquina dijera VERDAD a la siguiente barbaridad.

 

            Cada vez que tenía que pasar de nivel, y por tanto contestar preguntas más jodidas por 3000, o 5000, o 10.000 euros, la super presentadora les preguntaba a los testigos: ¿queréis que siga? ¿Qué le recomendais? Y todos decían: sí, sí, que siga. Increíble. Yo supongo que a esas alturas del programa, la mujer ya estaba calculando todo el dinero que le podría sacar a ese gilipollas cuando ganara y, acto seguido, ella le pidiera el divorcio.

            La cosa se puso más bizarra: nos enteramos que ese tío habría dejado a su mujer si una que conoció por internet hubiera estado más buena (Cí), que habría abandonado a sus hijos por otra mujer (Cí), que usaba a su mujer como una muñeca hinchable cuando ella no tenía ganas de follar (Cí) etc. Y entonces, llegó el momento culminante. Con toda la cabronía del mundo, la presentadora le puso una pregunta "trampa". Y dijo:

 

            PRESENTADORA: ¿Te preocupas de que tu mujer llegue al orgasmo cuando tenéis relaciones?

            CONCURSANTE: Cí

            LA MÁQUINA: Eso es... MENTIRA

 

            ¡Ooohhh! ¡Pero vamos a ver, subnormal! ¡Acabas de decirle a todo el mundo que has tenido cuarenta líos y que usas a tu mujer de muñeca hinchable! ¡Es evidente que sus orgasmos te importan una mierda! ¿Tan incapaz eres de romper la inercia de decir Cí y pensar la respuesta?

 

            Evidentemente, al mentir, perdió todo el dinero. Y la mujer gesticuló alguna palabra que no llegó a terminar porque cortaron la emisión. Es decir, que ante nuestros ojos, un tonto de los cojones dinamitó su matrimonio en diez minutos, en abierto para que lo vieran sus hijos, para quedar ante todos como un retrasado y un cabrón y encima no llevarse ni un puto euro. ¡Bravo! Yo tuve un ataque de tos de tanto que me reía, era algo insoportable, se me acalambraba la barriga de la hilaridad. ¡Había presenciado el suicidio gratuito del que posiblemente sea el hombre más gilipollas de toda la Vía Láctea!

            Y claro, hoy, al comentar la jugada, pensé en vosotros, y en el tiempo que llevaba sin contaros ninguna chorrada, y pensé: aunque no sea literatura, sin duda es algo torcido.

            Al blog.

            Y aquí estamos.

 

            En fin, sigo con lo mío. Nos vemos pronto. ¡Que os divirtáis!